No les miento ni exagero cuando les digo que ahora que estamos a
punto de pisar nuevamente la tierra natal, desde un par de semanas atrás
hemos hablado con la familia en Venezuela para que nos digan qué quieren que
les llevemos. Al igual que el excelente escrito de Laureano Márquez el Viernes
pasado en el Diario Tal Cual, titulado “Harina Bread”, pienso que dada la
dificultad para conseguir productos en uno de los países más ricos del Continente $$$$ (… y quizás del planeta), aquello de llevar camisas, chocolates, llaveritos, etc. etc. etc. como souvenirs para la familia y amigos, quedó en el pasado.
Dada la situación económica, hoy por hoy lo mejor es regalar
cosas útiles, así que nada más útil que llevarles aceite, café, pañales,
toallas sanitarias, entre otros… y hasta la muy “venezolana” harina PAN (la
escribo entre comillas, porque ahora se fabrica en otras partes y se consigue
en muchos países del mundo, menos en Venezuela).
Incluso ya estamos preparando una maleta solo para las cosas
de Mathias: pañales, leche (formula) y toallitas para el “culito” (porque nos
dicen que escasean)…. además de algunos medicamentos…
Cosas de la inmigración venezolana del Siglo XXI…. Antes nos
traían, ahora llevamos!
Aquí les dejo el excelente artículo de Laureano Márquez:
Que
la gente le encargue a uno “harina PAN” cuando uno viaja al imperio, no puede
ser algo normal. Montañas de este producto que la errática política económica
ha hecho desaparecer de los anaqueles de nuestros mercados, se encuentran en
abundancia en todos las pulperías de Miami, al punto de que amigos y familiares,
lo primero que me encargaron, cuando supieron que iba a viajar, fueron varios
kilos de nuestra emblemática harina de maíz.
Yo
sé que con frecuencia se nos dice en cadena de radio y televisión que el
imperio está a punto de hundirse, que lo que le falta es un empujoncito para
terminar de desmoronarse por culpa del capitalismo salvaje, mientras nosotros,
gracias al Socialismo del siglo XXI, avanzamos hacia el progreso y el
bienestar. No sé por qué, pero cuando escucho esta sentencia me viene a la mente
aquella frase que decía el Tenorio: “los muertos que vos matáis gozan de buena
salud”, porque, en honor a la verdad, este derrumbe da cierta envidia: como 200
tipos de leche (entre “fat free” y “fat in jail”), aceite de maíz, café y sé
que no me lo van a creer hasta papel toilette se consigue.
Las
hallacas ya no van de Caracas a gringolandia, como en otros tiempos, sino que
vienen del Doral o de la llamada Westonzuela a nuestro país, porque allá son ya
tan comunes que hasta las venden en los supermercados y hay, incluso, gente que
prefiere hacerlas allá y traerlas, porque es más fácil y sale más barato viajar
hasta el norte y conseguir allí los ingredientes de calidad.
Además,
como las hallacas se hacen en familia y la mitad de la familia está fuera,
sirve de reencuentro. De hecho, creo que hasta la embajada está ofreciendo una
visa especial del tipo “H-1 hallaca-visa”, que permite hasta 20 días de
permanencia para el “making off “.
Los
venezolanos que andan por allá, cuando quieren hacerlo sentir mal a uno lo
llevan a un supermercado de esos que venden desde cauchos de carro hasta
alfileres, pasando por toda clase de productos comestibles. El estante del
café, por poner un ejemplo, tiene tal variedad y marcas, que uno, que no está
acostumbrado, se bloquea y prefiere no comprar. Claudio Nazoa insistía, como
veníamos de vuelta a Caracas en un avión de Islandia, un país vecino al Polo
Norte, en que trajéramos hielo para los tragos de diciembre, porque el hielo de
Miami, según él, amén de ser más barato es de mayor calidad.
Whisky
sí no trajimos, porque sabemos que ese producto de primera necesidad, nunca va
a escasear en Venezuela.
Los
funcionarios de aduana del Seniat, ya no saben qué hacer porque a la planilla
de declaración, la gente le anexa, simplemente, la lista del mercado de todos
los productos nuestros que se consiguen allá y no aquí y como son productos
nacionales, no pagan impuestos.
Nos
tocará este diciembre partir el año con hallacas “made in USA” y pavo de
Walmart en vez del tradicional cochino. Pero, por otro lado, nos cabe una
pequeña satisfacción: ellos nos dominarán, pero nosotros los derrotaremos desde
adentro a punta de gastronomía, porque allí fui a una arepera por allá perdida
en el “79th Ass of the world avenue y 25th st” y esa vaina estaba a reventar,
no sólo de venezolanos, sino de nativos del imperio y no es por nada, las
arepas y empanadas más sabrosas que en Caracas, y cómo no van a ser, si las hacen
con la genuina “harina Bread”.